Page 42 - LaVOZdeLasAulas_2018
P. 42

colaboraciones litararias
       LaVOZdeLasAulas III Mayo 2018



        El mar y yo                                                               Carmen Rico Iñíguez



            ada día es especial y diferente.   techo y empieza a prestarnos atención
            Puede suceder cualquier cosa,   a todos, haciéndome sentir bien, como
      Cnuevos sitios, nuevas caras,        cuando comía chocolate de niña.
       nuevas sensaciones...               Sale un chico muy guapo, moreno con
       Sentada en la cama observo lo que me   el pelo rizado. Me recuerda a alguien,
       rodea y pienso “Carmen, qué afortuna-  pero no consigo saber a quién, tampo-
       da eres. Siempre te ha entusiasmado   co me importa demasiado y sigo bai-
       viajar y ver sitios nuevos. Ahora lo tie-  lando. El chico nos interrumpe  y nos
       nes casi a diario, y sin moverte.”  informa de que tenemos visita. No es
       De repente, un ruido me despierta  y   algo que me sorprenda, todos los días
       una voz irrumpe.                    llega alguna persona nueva.
       ─-Bon dia!                          El chico moreno dice, como María, “Es
       -Bon dia- Resulta que sé idiomas.   domingo”.  Pienso  que  esa  palabra  es
       -El desayuno,  y date prisa que toca   muy bonita pero no más que mar, mi
       gym.                                palabra favorita. De pronto, se abre
       ─-¿Gym?-  ─Pensativa  tomo  la  iniciativa,   una puerta que da al patio y entra mu-
       voy al baño al baño y me ducho. Pero   cha gente. Un gran escándalo se apo-
       algo no está bien o por lo menos no   dera del lugar.                    ─-Mamá, ¿por qué no dices nada?
       está en su sitio.                   Una mujer muy guapa con un niño co-  Esa me parece una buena pregunta,
       Hoy toca gym. Abro el armario y elijo   gido de la mano se acerca a mí y aca-  siento que se me ha olvidado hablar.
       mi vestido y mis zapatos rojos que al-  ricia mi hombro. Con una gran sonrisa   Paso  a  intentarlo.  ─-Hola,  soy  Carmen
       guien me regaló hace tiempo.        dice:                                ¿y tú?. Entonces, me coge de la mano
       “¡Uy! ¡El desayuno!” Se me olvidaba.   ─-Mamá, qué guapa estás hoy       y con voz suave me dice: -Soy tu hija,
       Miro a mi alrededor buscando algo   La miro porque noto que sus palabras se   Irene.
       que no encuentro, miro por la ventana   dirigen a mí. También el niño sonríe. Otra   Trato de esbozar una sonrisa. Me gusta
       y sonrio. “¡Míralo, ahí está esperándo-  palabra bonita, sonrisa. Quisiera memo-  esta chica, podría quedarse más tiem-
       me!” El mar me devuelve la sonrisa.   rizarla por si mañana no la recuerdo.  po.
       Salgo de la habitación. Me dirijo ha-  La chica, que dice llamarse Irene, con-  Con sus besos y abrazos intuyo que se
       cia el salón y,¡sorpresa! otra cara nue-  tinúa hablándome:              están despidiendo de mí. Les acom-
       va me sonríe y me dice: ─-No importa.   ─-Mamá, el fin de semana que viene va-  paño hasta la puerta. Me gusta mucho
       Cambiemos el gym por el baile.      mos a ir juntas a Barcelona a ver a Bea,   la gente, y ellos en particular. Antes de
       Algo llama mi atención. Un sala repleta   que le van a dar un premio y quiere te-  irse  me  recuerda  que  me prepare la
       de libros, pero no es eso lo que bus-  nernos cerca.                     maleta para el jueves.
       co . Es... como si faltara algo, o alguien.   El  niño  me  habla:  ─-Abu,  ¿tienes  chu-  Al dar media vuelta ya casi no recorda-
       Tengo siempre esa sensación.        ches?                                ba lo que me acababa de decir. Cuan-
       Me quedo quieta un rato, como espe-  ─-¿Chuches?  ─Pienso yo  mientras  meto   do se marchó la gente, nos quedamos
       rando. Me doy la  vuelta sonriendo a   mi mano en el bolso de tela que al-  los de siempre, o eso creo.
       esa persona que me espera. Entramos   guien me asignó. Encuentro algo blan-  Vuelvo a la sala donde había monto-
       a un salón repleto de gente. María, mi   do de color rosa, parece una nube de   nes de libros.
       compañera, gritaba “¡Es domingo!”. No   golosina. Se la doy al niño que se lla-  El chico del pelo rizado se encamina la
       sé muy bien qué quería decir, pero se   ma  Mario.  -─¡Qué  nombre  tan  bonito!-─   búsqueda de un libro y yo le sigo, por
       la veía tan feliz que nos contagió a to-  Le digo.                       inercia. Me gusta el olor de esta habi-
       dos su sonrisa, menos un a señor con   Hay algo en esa mujer que me rela-  tación. Nos sentamos y él comienza a
       corbata que estaba al fondo sentado,   ja, consigo mirarle a los ojos, pero no   leer. Me gusta su voz, grave y masculi-
       muy quieto, mirando al techo.       puedo decirle eso que no recuerdo.   na, recuerdo que se llama Jaime.
       De pronto se escucha una música  y   Trato de ir hacia la ventana, con Mario   Ha sido un día extraño, pero bonito.
       empezamos todos a bailar. La melodía   de  la  mano.  Mirar  por  la ventana  me   Ahora  voy a descansar. Mientras ca-
       invita a darnos las manos, a soltarnos,   tranquiliza y me gusta la sensación de   mino hacia mi cuarto me detengo en
       a disfrutar. Melodías conocidas, pero   la mano de ese niño sobre la mía, tan   la puerta del patio. Creo que aquí me
       no recordadas.                      pequeña y suave.                     despedí de alguien recientemente.
       El señor de la corbata continúa sin mo-  Irene me sonríe y me cuenta algo de   Esta abierta y salgo afuera. El olor de
       verse. Me acerco y lo invito a bailar. Me   un libro que está escribiendo, parece   la noche primaveral me envuelve.
       mira y hace un gesto que me transpor-  feliz.                            De fondo, alguien me llama. Un olor a
       ta a mi infancia. No sé cómo respon-  Todos juntos  vamos hacía el salón   salitre embriaga mi nariz. Sigo cami-
       der. Me siento a su lado y empiezo a   donde había servida comida y pensé   nando hacia el murmullo. Es cada vez
       hablarle. Él, sin pestañear, me presta   “Es domingo”. Me gusta este día. Co-  más fuerte y cercano. Me invade una
       atención.                           miendo, ella trata de tener una con-  gran paz y serenidad, me siento feliz.
       María, repite gritando “¡Es domingo!”.   versación conmigo, pero creo que se   Observo el mar sentada en la arena,
       Sin embargo, el señor deja de mirar el   da cuenta de que estoy ausente.   ese mar que tanto amo.

                                                           42
   37   38   39   40   41   42   43   44   45   46   47