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colaboraciones litararias Mayo 2018 III LaVOZdeLasAulas
El primer beso Ofelia Serrano Busquier
staba sentado en la mesa de la pasaba mis dedos por el óvalo de su Terminé de darle la última cucharada
oficina, me miraba fijamente con cara. Él me sonreía. de yogur. De repente, sentí sus braci-
Esus ojos grandes y oscuros, yo tos en torno a mi cuello. Me besó con
de vez en cuando acariciaba sus ca- Aquella sonrisa me emocionaba, me lle- la boca todavía llena. Sentí su beso en
bellos que le caían sobre la frente, naba de ternura. Sentía que era corres- mi cara con los restos del yogur. Era el
acariciaba sus mejillas suavemente, pondida, que me quería como yo a él. primer beso, el primer beso de mi nieto.
La calle
o no vine al mundo en la calle ñaba a mis mayores en sus quehace-
Pedrito Rico, antes General Aran- res por el entorno, comprábamos en
Yda y mucho antes Pierrot, pero la tienda de ultramarinos que había un
si lo hicieron mi abuelo, mi madre, sus poco más arriba de Casa Pepe, en la
hermanos y el mío ,y alguna de mis pri- Farmacia de D. Pedro Payá, en la Pa-
mas. Yo no lo hice por pura precipita- pelería de las Hermanas Ortín, mis cro-
ción. Está ubicada entre Ortega y Gas- mos preferidos, los lápices de colores.
set, a la altura de las Cuatro Esquinas Me gustaba ese olor, mezcla de goma
para terminar en la Calle Jardines, es de borrar, papel impreso, y a la madera
estrecha al principio para ensancharse barnizada de los lapiceros.
hacia la mitad. Me contaba mi madre
que había sido carretera general, el En verano, esperaba con impacien-
paso obligado para ir a Alicante o su- cia la hora en que llegaba mi abue-
bir hacia Madrid. En mi niñez, pese a no lo, íbamos a la verdulería de al lado a
ser ya carretera, conservaba su impor- comprar hielo, este estaba envuelto
tancia, por allí pasaban todos los en- en un saco de arpillera, el abuelo pe-
tierros que se producían en la ciudad, día varios trozos para refrescar el vino
salían de la Iglesia de Santa Ana, por y la fruta, y era un placer refrescante
entonces la única parroquia del pueblo, sentir en mi cara las partículas que sal-
continuaban por General Aranda hasta picaban al ser introducido en la barra
el cruce con la calle Jardines, lugar en el enorme cuchillo que se hincaba una
que se despedía el duelo. Era curioso y otra vez hasta trocear el hielo soli-
ver como los vecinos, hombres en su citado. Después, como si de un ritual
totalidad, se iban incorporando al paso se tratara, subíamos al estanco de “La
del cortejo fúnebre para acompañar al Hueva”. Allí sin que el padre de mi ma-
fallecido y a sus familiares en el corto dre pidiera nada ,la dueña sacaba un
trayecto de la calle aunque el finado no fajito de puros estrechos y retorcidos otros amigos unas saetas irreverentes,
fuera conocido. , que se conocían por el nombre de eran los encargados de idear y confec-
“caliqueños” o “Tagarninas”. cionar los arreglos de la calle para las
En diciembre, y con motivo de la ins- Fiestas de Septiembre. Lo hacían con
talación de la Feria en las plazas de Por la tarde, casi anochecido, acompa- verdadera ilusión y muchos años re-
Arriba y de Abajo, los habitantes del ñaba a mi abuela a la calle Marqués, sultaron de lo más original. A la Virgen,
vecino pueblo de Petrel utilizaban esta allí en “Casa de Basilia” comprábamos en la tradicional procesión, la paraban
vía para acceder a ella. La casa de mis la leche. Al regreso, yo esperaba en la en la puerta de mi abuela , no sé si por
abuelos estaba situada en el número calle al abuelo cuando este llegaba descansar o en agradecimiento a sus
14, casi al principio, por un lado linda- miraba el reloj de la torre de la Iglesia desvelos y atenciones. Ella siempre
ba con la “Casa de las Domingas”, sus e invariablemente decía “la media para pensó que era por esto último.
dueñas dos señoras solteras que se las ocho”. (Nunca conseguí entender
dedicaban a la confección de flores este modo de dar la hora). Hoy, pasado el tiempo, la calle ha perdi-
de papel. Por otro lado, con una ver- do su importancia, muchos comercios
dulería, ésta hacía esquina con la calle En general mi familia participaba en han cerrado, muchas casas, incluyendo
Marqués. los aconteceres de la calle. Mi abue- la de mis abuelos las han convertido en
la, junto con “Mondonguito”, perso- cuartelillos de “Moros y Cristianos” pero
Recuerdo con mucho cariño aquella na esta que en su juventud participó todavía sigue conservando su identi-
primera infancia pasada allí. Acompa- en un “escándalo” al cantar junto con dad, y su calidez para mi.
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